jueves, 4 de diciembre de 2014

LOS AJEDRECISTAS



"¿Dónde estarán…?" El sonido del reloj interrumpió mis cavilaciones y volví a concentrarme en el tablero. Mi contrincante había cometido un error clamoroso. Sólo tenía que jugar mi dama y le daría mate en cuatro jugadas, era un final de libro. Miré de soslayo a Isma. Su  mirada expectante contradecía la forzada indiferencia de su gesto. Tras un instante de indecisión, acerqué la mano a la torre que protegía a mi rey. Prefería mantener viva aquella amistad que ganar la final  del torneo.


                                                                            Benigno Montenegro

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