jueves, 31 de julio de 2014

UN PEQUEÑO DETALLE





     Santiago Olivares se había levantado contento aquella mañana, por fin  podría demostrar su habilidad. Tras haber acabado brillantemente sus estudios en la Facultad de Medicina - donde le habían apodado Slowhand  por su extraordinaria habilidad con el bisturí y por la precisión milimétrica con la que realizaba las suturas˗ iba a realizar su primera intervención sobre un paciente vivo.
     El famoso cirujano Alonso Gálvez le había marcado  con claridad el lugar y la longitud de la incisión y Santiago empuñó el bisturí con firmeza,  pero nada más comenzar a aplicarlo sobre la zona marcada  vio manar del corte una sustancia roja y viscosa y todo empezó a darle vueltas. Tuvo el tiempo justo para soltar el bisturí antes de desplomarse mientras recordaba la frase final de la película de Billy Wilder: «Nadie es perfecto».


                                                                                           Benigno Montenegro

viernes, 18 de julio de 2014

Cuento de amor

“Nací cuando ella me besó, morí cuando me abandonó, viví durante unas semanas mientras me amó…”


Día tras día me levantaba, cinco minutos después de que sonase el despertador, me afeitaba casi sin mirarme al espejo, vestía mi traje gris, colocaba el nudo de la corbata en el ascensor y acudía al trabajo en el metro con suerte sentado leyendo el periódico apoyado en el maletín. Diez paradas, un transbordo y ocho horas programando, con los ojos del director en mi nuca y los míos en la pantalla del ordenador.
Diez años se fueron, renovaciones de contratos, vacaciones pagadas, no veía otra cosa mejor que hacer que estar allí. Así hasta que Soledad tropezó en mi pierna cuando me desperezaba decidiendo si tomaba un café o no. Al ayudarla a incorporarse sentí una descarga en todo mi cuerpo que sin poder controlar se transformó en la sonrisa más luminosa que había regalado nunca.
Soledad estaba sustituyendo a María, a la que yo no prestaba ya atención, discreta siempre y parte de mi rutina de saludos diarios, sin rostro. Pero Soledad consiguió que mis días en la oficina se hiciesen entonces más cortos, en casa largos. Intenté que tropezase más veces y soñé despierto todas las noches con el beso que algún día me daría.  Cuatro semanas así hasta que volvió María. Entonces dejé de llegar puntual a la oficina, si iba olvidaba alguna vez el maletín, incluso la corbata…Seguí viéndola todas las noches, decidí entonces quedarme en casa, esperando su presencia también de día. Bajé persianas para alargar las noches y cerré los ojos para soñar sus besos…



jueves, 17 de julio de 2014

BESO DE AMOR









Cuando ella me besó, algo cambio en mí, pues aquél beso me dio fuerzas para poder morir también yo, poco a poco, como ella. Esperanzado en un imposible, transcurrieron aquellas semanas, aquél tiempo inevitable que de antemano había fijado el plazo de nuestra esperanza de vida.


    Paco García

martes, 15 de julio de 2014

UN BUEN GUIÓN



«…viví durante unas semanas mientras me amó»

Fundido a negro y THE END.


Andrew  pulsó Save y se echó hacia atrás en la silla. El guión le había quedado perfecto; aunque era una historia de amor algo convencional, tenía unos toques de intriga y  suspense que le añadían vigor narrativo. Ahora solo quedaba  presentarlo al productor y comenzar el rodaje cuanto antes. Esperaba poder cobrar su trabajo pronto y hacer frente a la interminable lista de acreedores que le acosaba sin descanso y  a pesar de que la mayoría  eran completamente inofensivos,  los de las apuestas le preocupaban;  le habían dado dos advertencias serias y el nuevo plazo hacía una semana que había expirado.
El timbre de la puerta lo sacó de sus pensamientos. Lo último que vio al abrirla fue el fogonazo del Smith & Wesson 686.


                                                                                   Benigno Montenegro

sábado, 12 de julio de 2014

¿SIEMPRE SE CUMPLEN LOS SUEÑOS?





La conoció en un sueño y ya despierto comenzó a buscarla con ahínco.  Puso su empeño  habitual en la tarea, indagando como un poseso, de manera febril y sin descanso. Y aunque las investigaciones no obtenían ningún resultado, los fracasos no conseguían disuadirlo de su búsqueda. Al cabo de mucho tiempo, comenzó a inquietarse al comprobar que  el recuerdo del  sueño se iba volviendo más nebuloso e impreciso, hasta casi desaparecer. Angustiado,  intentó volver a soñarla, pero ya era más de desvelos que de sueños y por más intentos que hizo, el  sueño no volvió a  repetirse nunca, había desaparecido para siempre.



                                                                                           Benigno Montenegro

Su otro yo


viernes, 11 de julio de 2014

Por un instante cerré mis ojos para siempre

- ¿Qué hace?

- Reza. Lo hace desde que la conozco.

- ¿Y la brújula?

- Es para saber dónde esta la Atlántida e inclinarse hacia ella. Al parecer, hace años congeló allí un instante y su corazón murió de frío. Quisieron repatriarlo, pero cuando llegaron, su acompañante ya lo había enterrado a gran profundidad para evitar que se lo comieran los perros. Desde entonces le reza cada día, dice que así es menos el dolor.

- ¿Y lo que dicen del síndrome del miembro fantasma?¿Es cierto?

- Lo es, y algunas noches, el espectro de su corazón difunto, irrumpe en el cuarto mientras hacemos el amor.

No me habría perdido un minuto de estar contigo, por nada del mundo...




Aprendí a besar besándole, en cambio, despidiéndole tuve la sensación de no haber aprendido nunca nada. 

Así lloraba esta vez, más que en la primera en la que prometió que volvería, porque en los adioses como en los besos, ninguno importa más que el último que has dado.


Ancas de princesa daltónica y otros remedios para ver la vida de otro color


- La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?

- Una mala mascota que se cree consejera

- ¿Y qué le aconseja hoy la parlanchina?

- Que no se preocupe, le dice entre risas. 
   Que lleno está el mundo asegura triunfante 
   de azules príncipes y de cyanes infantes.

- ¿Y por qué llora entonces nuestra señora?

- Porque convencida ha quedado de empeñar su corona. 
  Al mismo Satán se ha encomendado
  para ofrecer su trono por despertarse croando

- ¿Y qué dice de esto su consejera?

- Salta y asiente la muy puñetera. 
  Yo escucho y atiendo, mas no oigo nada, 
  solo a la princesa lamerla encantada.

- ¿Llamaron al médico? ¿Estará envenenada?

- Llamamos, llamamos... ha quedado ingresada.

- ¿Y qué le receta resabiado doctor?

- Que no chupe ranas de ese color

- ¿Y cómo se lo ha tomado la princesita?

- Llora e insiste en volver a la ría. 
  Renacuaja se siente la condenada 
  a vivir en cuentos encadenada.

 ¡Sapos! maldice, su madre enfadada, 
 ¡Para besar sapos estaba educada!

- No se preocupe su majestad, 
  seguro que sapos vuelve a probar...
  No la regañe, no es tal la tragedia,
quizás el pueblo prefiera a esta reina

- ¿Daltónica y rana? ¿Acaso bromea?

- ¿Y lo que ahorrarán en perdices? 
  ¿Ha hecho la cuenta?


jueves, 10 de julio de 2014

Libre

Le conoció en un sueño y, al día siguiente, alguien le miró a los ojos y le dijo que se estaba haciendo un hombrecito.

Al principio aparecía sólo de vez en cuando, en otros sueños de los que despertaba gritando empapado en sudor. Poco a poco empezó a coger confianza. A veces se insinuaba cuando todo se quedaba a oscuras, o se sentaba en esa silla que, cuando mamá encendía la luz, él enterraba hábilmente bajo un montón de ropa.

Mamá le dijo que cuando se hiciera mayor desaparecería, pero un día, fue ella la que se marchó para siempre y él el que volvió para quedarse. Poco a poco, se fue colando en sus entrevistas de trabajo, en sus citas con un nudo en la garganta, en sus viajes en avión.

 Poco a poco, a aquel hombrecito el miedo le fue robando la vida. Pero el día que se dio cuenta de que no le quedaba nada que perder, hasta él desapareció.


María Aparicio

Cantos de sirena

Por fin picó el anzuelo. Un pequeño esfuerzo más y todo habría acabado. El animal tiraba con fuerza. Él estiró los brazos y se relajó; sabía lo que tenía que hacer, había planeado este momento miles de veces.

El mar estaba en perfecta calma, todo sería exactamente como lo había soñado. Cuando sus dedos rozaron el agua, apenas se inmutó. Aún sonreía cuando le llegó a los hombros. Tras ellos fue el cuello, la cintura, las piernas, la soledad, las noches soñando con la sonrisa de su mujer - su cuerpo acompañando siempre al del hijo: a la enfermedad, a las oraciones absurdas, al fondo -. Ese fondo en el que podía escuchar ya las risas de sus compañeros muertos cantándole al mar, al amor, a una vida que, para él, hacía tiempo que había emigrado a algún lugar por debajo de la línea del horizonte.


María  Aparicio

Hasta que la muerte nos separe

Soltó una sonora carcajada mientras, poco a poco, las miradas de piadosa comprensión - de lástima - de los invitados se iban convirtiendo en estupefacción. - "Pobrecita, está nerviosa". "Tiene que ser terrible. Qué hijo de puta. Por lo menos podía haber dado la cara".
Inmóvil, sola frente al altar vacío, tiró el ramo hacia atrás, se giró hacia los invitados y se sentó en el suelo, aún sacudida por espasmos de risa incontenible.
En su mente iban cobrando sentido los recientes cambios de humor de él, las llamadas a deshoras, la seductora voz de aquella desconocida en el contestador, las repentinamente frecuentes reuniones de trabajo, el estridente chillido y el golpe que escuchó esa misma mañana, al sacar el coche marcha atrás y con prisas, y que hasta ese momento había tomado por el grito de un desgraciado gatito inocente.


María Aparicio

CADENA DE FAVORES



 



-Por fin picó el anzuelo-, pensó Dani cuando se tensó fuertemente el sedal.
-Por fin picó el anzuelo-, decía en tono de burla Ricardo, mientras se dirigía al apartamento que había reservado para su cita con Úrsula, satisfecho por haber convencido al necio de su amigo para que participase en aquél concurso de pesca a la pieza de mayor peso.
Sumida en un estado de gran excitación, aquella mujer no pudo evitar exclamar en voz alta: ¡Por fin picó el anzuelo!, mientras desvalijaba la caja fuerte de su amante.
-¿El mejor amigo de su marido?.
                           
            Paco García




jueves, 3 de julio de 2014

EL DESCANSO




EL DESCANSO...

¿De verdad no me reconoces? Puedo poner los ojos en blanco como cuando le hacía bromas a la abuela…o disfrazarme de payaso como hice en el cumpleaños de Rafita. Fue tan bonito ver la cara del pequeño cuando llegué a la fiesta ¿no te acuerdas? También puedo poner las gafas de sol de espejo como cuando iba en mi primer coche…

Rafa intentó escapar del baño aunque le costaba tanto mover sus pesadas piernas…¿Cómo iba a reconocer a aquel viejo lleno de arrugas? Llevaba meses acosándole desde que se mudó a este nuevo apartamento en el lujoso Geriátrico El Descanso. Hoy hablaría con el portero a ver si el personal de seguridad conseguía que el intruso le dejase tranquilo…

miércoles, 2 de julio de 2014

Una cena romántica




   Por fin picó el anzuelo. Aquella noche cenarían en su casa. Él lo había previsto todo sin dejar ningún detalle a la improvisación. Había encargado el catering en el mejor establecimiento de la ciudad y lo había colocado en su vajilla, para que pareciese cocinado por él. Había elegido el vino con ese saber especial que le confería el leerse los suplementos gastronómicos del diario local. Había adornado la mesa con flores y velas. Incluso había comprado un disco de aquel tal Corelli, que a ella tanto le gustaba.   Nada podía fallar, esta vez conseguiría quebrar su altanera indiferencia y llevársela a la cama.
   Todo su plan se desbarató tras una sencilla pregunta: « ¿Hierro ya escribía poesías cuando jugaba en el Real Madrid? ».


                                                                                Benigno Montenegro

El primer día

Por fin picó el anzuelo. Aquel gusanillo, luchaba por no ser devorado por la bestia marina. Aquella trampa mortal, habitaba en sus recuerdos. Tras luchar para superar su miedo, no encontró el camino, siendo capturado. El que habitaba bajo tierra, ya estaba destinado a ser devorado en aquella jauría donde yo me encuentro. Oficina inmensa, llena de bestias y un recién llegado al que explotar.

martes, 1 de julio de 2014

La libertad de los muertos








- ¿De verdad no me reconoces?

- No, mentí. (¿Como no iba a reconocer a mi propio hermano? Pero no podía ser: había muerto hace 30 años. Yo lo maté)

- ¿Pero, cómo...?

- ¿Cómo sigo vivo cuando tu mismo me arrojaste por la borda del yate de papá y me abandonaste a muchas millas de la costa? Es una larga historia, hermano.

- ¿Has venido a vengarte?

- Sonrió. ¿Vengarme?
Mírate, me dijo, nadie diría que soy tres años mayor que tú. Estás hecho una ruina. Un anciano de apenas 50 años

- Tú en cambio apenas has cambiado. (Era cierto, no aparentaba más de 30).

- No, hermano, he venido a darte las gracias. Cuando alcancé la costa, me di cuenta de que tenía una oportunidad única para escapar de la vida que me esperaba. De los compromisos familiares, de la fabrica de papá. Porque, por eso lo hiciste, ¿no? para quedarte con todo.
No, mi venganza comenzó aquel día: mírate al espejo, dijo y se fue tal como había venido. 

Sentí envidia, una envidia mucho mayor aún que la que me empujó a intentar matarlo hace 30 años.