Estaba siendo un día aciago para el equipo. El árbitro estaba a punto de pitar el final e íbamos perdiendo.
No había tiempo que perder. Me abrí paso entre la multitud y me
encaramé a la valla de protección. De un salto aterrizé en el campo. Me puse de
pie y comencé a correr hacia la portería rival. El centrocampista adivinó mi
movimiento y me metió un pase largo perfecto. Sólo tuve que cabezear a puerta. ¡Gooool!
Ese fue el comienzo de una temporada gloriosa. Me he
convertido en el pilar del equipo. Sin embargo, no puedo dejar de mirar a la grada con nostalgia. Entiéndeme: me gusta meter goles, ser parte
del equipo, pero a veces deseo que alguien salte y me quite el puesto para
poder volver a mi vida anterior de espectador anónimo.
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Pero ¿esto qué es? Abrimos un blog amateur y en apenas 2 meses ya tenemos entradas con efectos especiales ¡qué maravilla!
ResponderEliminarY eso que sólo estamos empezando, Isa ;)
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