Os voy a contar como conocí a Lucas, mi gato, pero antes permitidme que me
presente: me llamo John Doe y me gano la vida escribiendo novelas para otros.
Ellos se llevan la gloria y los premios, pero no me importa: me pagan bien y sé
que la gente paga por leer lo que sale de mi vieja Olivetti. Firmado por otro,
claro. Adoro el anonimato.
Mi vida cambió el día en que mi vecina del 3° me abordó en
el ascensor:
- Muy bueno el libro
de Jorge Javier Vázquez
- Ah, pues no sé, yo
no leo esas cosas
Se me acercó y me puso un dedo en los labios.
- A mí no me puedes
mentir. Lo sé todo
Me quedé aterrorizado, ¿Cómo lo había descubierto?
Una semana más tarde sonó el timbre. Era ella con el último
libro de Pérez Reverte en sus manos.
-¿Me lo dedicas?
Estuve a punto de desmayarme de la impresión. Si hablaba,
podría destrozar mi vida. Aparte de famosillos televisivos y escritores de best
sellers, tres premios Planeta, dos Goncourt y un Pulitzer se encontraban entre
mis clientes. Sería el mayor escándalo literario de la historia y yo el hombre
más buscado y perseguido del planeta. Me pararían por la calle, me acosarían.
Le cerré la puerta.
Tomé una decisión: esa noche cogí mi cuchillo Santoku
favorito, capaz de cortar un pelo en el aire y me dirigí a su casa.
Me abrió la puerta y sonrió al ver el cuchillo:
- Eso sería una mala
idea, John. Si algo me ocurre un programa en la nube enviará a todos los
periódicos tu secreto.
Caí de rodillas ante ella.
-¿Qué puedo hacer, qué
quieres de mí?
- Quiero ganar el premio
Nobel
- Pero, ¿Escribes?
- No, para eso estás tú. Sonrió con
maldad. Y ya que traes cuchillo, hazme la
cena
Su gato se acercó a mí de un modo zalamero. Lo agarré sin
pensarlo dos veces y con él en brazos salí corriendo del piso, del edificio, de
la ciudad...
Vuelvo a ser una persona feliz. Ella se conforma con ver una
foto de Lucas con vida cada semana, para no denunciarme y yo a cambio le
escribo algún microrrelato. Nada más.
Es un buen trato ¿no creéis?