Marta negó con la cabeza y continuó su camino. No quería reconocer aquel rostro surcado de arrugas que presagiaba un alma plagada de cicatrices, arrugas y cicatrices tan similares a las suyas. Quería recordar al joven intrépido y jovial con quien había compartido sueños, lecturas, militancia política y sobresaltos en los años de plomo. Pero sobre todo, quería recordar al joven con quien había vagado un verano por la sierra, durmiendo en refugios improvisados bajo las estrellas, amándose con ímpetu y sin pudor.
¿De verdad no me reconoces…? No, no quería reconocer
que el Tiempo había vencido.
Benigno Montenegro
Me encanta....
ResponderEliminarPrecioso...
ResponderEliminarTriste y precioso...
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