Así que le pido mil perdones, señor notario, por mi retraso y por mi atuendo. De todos es sabido que el rojo es un color de fulanas, llamativo y siempre impropio, aunque sólo sea salpicando un traje negro.
Por último, disculpe también a mi hijo, se lo ruego. No podrá acompañarnos hoy. Le ha surgido un contratiempo.
María Aparicio
¡Un relato genial, María! De los mejores que has escrito
ResponderEliminar¡Muy bueno, María! se nota que el descanso te inspira.
ResponderEliminarQue bueno es!!
ResponderEliminar¡Buenísimo! Si me permites la sugerencia, creo que este anciano se entendería con la novia de "Hasta que la muerte nos separe". Al menos así, se aprovecharían las flores de su ramo
ResponderEliminarMuchas gracias, me vais a sacar los colores!
ResponderEliminarHaríamos buen equipo, Isa, yo rompiendo y tú uniendo... ;)