lunes, 20 de octubre de 2014

UNA MAÑANA EN EL BANCO





Parecía no reconocerme, así que todo iba bien. Me había llevado mucho tiempo mi cambio de aspecto. Había probado varias pelucas, lentillas, sombras de ojos y maquillajes hasta  conseguir lo que quería. Me había depilado  concienzudamente y puesto  unas escandalosas  uñas de porcelana. Finalmente,  unas prótesis convenientemente colocadas completaron el resultado.
Tuve que volver a amenazar con la pistola a José María, el cajero, y gritarle de nuevo que pusiera toda la pasta en la bolsa para que dejara de mirarme el prominente pecho. Me giré hacia la cámara de seguridad y le hice un guiño. Cuando la policía examine las grabaciones no encontrará al joven moreno que soy,  sino a la exuberante rubia en que me he transformado. 
                                             

                                                            Benigno Montenegro

            

No hay comentarios:

Publicar un comentario