Aquella tarde, cuando empezaba a caer la niebla, comenzamos a preparar el asalto. Era una niebla densa, espesa, perfecta. Hacía meses que la esperábamos. Sin ella, los guardias que custodian la valla nos acribillarían a balazos. Escondidos en la niebla tendremos más oportunidades de cruzar o al menos de morir ya del otro lado. Libres
Jose Manuel Ruiz
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